¿COMO ACABAR CON EL RACISMO?

FORMA DE TERMINAR CON EL RACISMO



La lucha contra la exclusión ha ganado terreno. Si antes se podía hacer una discriminación frontal sin mayores consecuencias, hoy quien la ejerce se expone a la reprobación de una mayoría. El hogar sigue siendo el lugar donde se afianza el respeto por la diferencia.
Cualquiera a quien se le pregunte si es racista, sexista, homófobo, clasista o xenófobo, lo negará rotundamente y además se sentirá ofendido por la pregunta. ¿Quién en un mundo donde lo políticamente correcto ha cobrado tanta importancia, diría que sí? Se puede afirmar de corazón. Pero sólo cuando se confronta la realidad con la ideología se sabe qué tan sólidas son las convicciones o por el contrario los prejuicios.
Es normal y aceptable que la hija del vecino tenga una pareja de otra raza. ¿Pero si no es la hija del vecino sino la propia? Aquí empiezan los problemas. “Todo está bien mientras no me afecte”, pero en un mundo cada vez más multicultural y móvil, en algún momento, este tipo de preguntas llegarán al entorno más íntimo, al cerco familiar.

Si bien las campañas mediáticas, los programas educativos y las estrategias de sensibilización son muy significativos, el trabajo más importante para erradicar los prejuicios es individualLos prejuicios profundos no se adquieren en la calle, en la escuela, ni en la sociedad (aunque sí se alimentan del entorno), sino en el corazón mismo del hogar. Se transmiten de padres a hijos, y se repiten, como se repiten los comportamientos heredados, automáticos y subconscientes. Y aunque resulta fácil afirmar que no se es racista (o clasista, etc.), otra cosa es no serlo en la cotidianidad. Y esto no se supone como algo que “nazca”, sino que es una decisión consciente que se trabaja, se aprende y que tendrá efecto en el propio entorno y en la mentalidad de quienes vienen detrás, los hijos, los nietos y las generaciones venideras.

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